Aparezco de forma casual, no planificada, en este mar revuelto donde Oswald se desenvuelve con facilidad.
Hace años que gobierna su nave, ha aprendido a desplegar y recoger velas según mandan los vientos y también, si es necesario, a remar.
Durante un largo tiempo ostento la condición de observadora, pero acabo uniéndome a su tripulación. Nos casamos en el 2007. Es una experiencia intensa, que siguiendo el balanceo de la embarcación me lleva de un extremo al otro; un baile que en más de una ocasión supone una extraña sensación de mareo y confrontación entre boca y estómago.
Combino mi vida de maestra, con la que disfruto y aprendo, con la de compañera de un personaje muy particular. Al cabo de los años tanto movimiento y oleaje acaba partiendo el barco y lo abandonamos. Cada uno por su lado.
Las circunstancias posteriores, de su extradición y encarcelamiento, nos reúnen de nuevo y surge de manera espontánea un relato construido a cuatro manos, que poco a poco va creciendo convirtiéndose en un LIBRO, con la única intención de COMPARTIR una experiencia de vida, a la que el lector podrá inferir sus personales conclusiones.